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Las relaciones sexuales son comportamientos eróticos. Pueden ser gratificantes y placenteras, pero también pueden no serlo. Para que una relación sexual sea satisfactoria, tanto durante como después de la relación, tiene que ser: deseada, consentida y segura.

Una relación sexual segura es aquella en la que se minimiza el riesgo de sufrir:

Para cada uno de estos riesgos existen medidas que nos permiten minimizarlos. Aplicarlas de forma correcta depende de una serie de factores que pueden influir, de manera importante, en nuestro comportamiento. Estos factores son los siguientes

  • Infravaloración del riesgo personal.
  • Carencias en el conocimiento los riesgos y las medidas de prevención.
  • Carencias de habilidades para utilizar los métodos de prevención.
  • Dificultades para acceder a los métodos de prevención.
  • Dificultades para utilizar habilidades sociales (comunicación efectiva) y asertividad sexual.
  • Vivencia negativa del preservativo.
  • Consumo de alcohol u otras drogas.

Infravaloración del riesgo personal

Se refiere a la tendencia natural de pensar que no estamos en riesgo o que, si no nos ha pasado nada sin tomar medidas de prevención, nunca nos pasará nada. Las personas somos vulnerables por naturaleza y reconocer esa vulnerabilidad es signo de buena salud. Solo si nos reconocemos vulnerables podremos tomar las decisiones adecuadas para protegernos de los riesgos.

Carencias en los conocimientos de cuáles son los riesgos y las medidas de prevención

Es imprescindible conocer cuáles son los riesgos a los que nos exponemos durante las relaciones sexuales y cuáles son las medidas de prevención. La información debe ser correcta y completa, y por ello es preciso que las fuentes de información sean fiables.

Carencias de habilidades para utilizar los métodos de prevención

Las habilidades para utilizar correctamente los métodos de prevención también son imprescindibles. Desde ese punto de vista son importantes las medidas de conservación y utilización, fechas de caducidad e idoneidad del método en cada situación

Dificultades para acceder a los métodos de prevención

Esto puede ocurrir cuando el encuentro sexual es inesperado, por la inexistencia de métodos preventivos en el entorno próximo o también cuando el acceso a los métodos de prevención es difícil debido al precio o la accesibilidad al lugar de venta (ya sea porque está lejos, el horario de venta…).

Es conveniente anticiparse a las situaciones, pensar que es posible iniciar una relación sexual de forma inesperada y procurar tener preservativos a mano. El preservativo es el único método que protege de las ITS y de los embarazos no deseados. Cuando no se tiene un preservativo a mano, se puede disfrutar de la relación sexual sin penetración o posponer la relación.

Dificultades para utilizar habilidades sociales (comunicación efectiva) y asertividad sexual

Expresar los sentimientos y emociones es muy importante. Una relación sexual tiene que producirnos emociones y sentimientos placenteros. Si no es así, debemos interpretar que algo no va bien y que estamos en una situación de vulnerabilidad.

Las habilidades sociales y la asertividad sexual son necesarias para hablar, antes de mantener una relación sexual, y negociar el uso de preservativo. Algunas situaciones pueden influir de forma negativa a la hora de utilizar estas habilidades:

  • La baja autoestima o un estado negativo en un momento determinado (tristeza, miedo, vergüenza): las dos situaciones condicionan la disposición a tener relaciones sexuales ya que pueden ocasionar un deseo excesivo de complacer y gustar. El deseo excesivo de sentir amor y afecto, la tendencia a ceder a la presión, a la manipulación y al chantaje emocional, el miedo a perder a la pareja sexual o a su reacción si no se accede a tener la relación o a tenerla en las condiciones que quiere la pareja sexual. La baja autoestima también puede influir a la hora de proponer el uso del preservativo.
  • Los roles de género tradicionales (actitudes y comportamientos que nuestra sociedad considera femeninos y/o masculinos): Los roles de género más tradicionales nos hacen más vulnerables a los riesgos en las relaciones sexuales. Esta forma de concebir cómo tiene que ser el comportamiento de las mujeres y de los hombres condiciona:
    • Al hombre: a demostrar su potencia sexual a la hora de rechazar el uso del preservativo (vivencia negativa del preservativo como un obstáculo); también suele tener la necesidad de demostrar “superioridad” ante la mujer (asumir riesgos, ser atrevido, uso de la fuerza…).
    • A la mujer: tiene tendencia a la subordinación al deseo masculino, a pensar que no está bien visto que proponga el uso del preservativo o que lo lleve encima.
  • La falta de aprendizaje de habilidades sociales y de conducta asertiva: comunicarse de forma efectiva y asertiva es necesario en todos los ámbitos en los que nos relacionamos (personal, laboral, de ocio…). En el caso de las relaciones sexuales, ello es especialmente importante ya que si no sabemos hacerlo, somos más vulnerables a la hora de proteger nuestros derechos, nuestros intereses y nuestra seguridad. Podemos aprender a comunicarnos y a relacionarnos de forma asertiva. La importancia de estas habilidades y su impacto en la calidad de nuestra vida hace que sea imprescindible la pena buscar información y, si es preciso, buscar formas de entrenarlas.

Vivencia negativa del preservativo

Puede decirse que es un clásico considerar el preservativo como un obstáculo para sentir placer (disminuye el contacto íntimo, es incómodo…) y para que la relación se desarrolle sin interrupciones (rompe el momento, baja la erección…).

Introducir el preservativo en el juego sexual (hay de muchas medidas, colores, texturas…) y considerar que el preservativo permite dejarse llevar con más facilidad, es signo de confianza y buen acuerdo entre la pareja sexual y aporta tranquilidad en los días siguientes a la relación.

Consumo de alcohol u otras drogas 

Bajo el efecto del alcohol y/u otras drogas, disminuye nuestra capacidad de evaluar riesgos, aumenta la impulsividad y la confianza, disminuye la capacidad de control y disminuyen las habilidades manuales para utilizar el preservativo.

Algunas drogas pueden despertar actitudes agresivas y provocar relaciones sexuales violentas. También puede disminuir la capacidad de detectar situaciones peligrosas y  convertirnos en una presa fácil para los agresores.

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