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Divorcios por el COVID-19: aumentan las consultas tras la cuarentena. ¿Cómo se lo comunicamos a nuestros hijos?

Un mensaje que estuvo circulando por los grupos de Whatsapp de los españoles los primeros días de encierro decía lo siguiente:

Pasar 24 horas con nuestra pareja nos parecía algo tan complicado como estar encerrado en casa y no visitar más veces de las habituales la nevera. Esta idea no iba mal encaminada, cuando nosotros iniciábamos la cuarentena, China estaba saliendo de ella, y sus diarios ya se hacían eco del aumento de peticiones de divorcio como consecuencia del COVID-19.  El diario « Global Times» informó de que en Xi’an, capital de la provincia de Shaanxi, se había registrado “un número sin precedentes de citas de divorcio” desde su reapertura el pasado 1 de marzo. Esta situación se dio, según medios locales, en varios puntos del país.

Pero, ¿qué ocurre en España ahora que hemos iniciado la desescalada? La situación parece repetirse: la Asociación Española de Abogados de Familia (AEAFA) ha detectado un aumento de las consultas para divorciarse a raíz del confinamiento por el estado de alarma.

Antes de que nos encerraran en casa, en España, ya 6 de cada 10 matrimonios acaban en divorcio.  Tendremos que esperar para saber si estas consultas acaban en demandas y aumentan las cifras actuales, pero, ¿por qué pasar más tiempo juntos se traduce en querer dejar de hacerlo?

La psicóloga Úrsula Perona lo explica de esta manera: “El confinamiento nos ha enfrentado a la realidad de nuestra pareja. Antes de que nos encerraran en casa, llevábamos un ritmo de vida frenético en el que el contacto con ella era escaso, se reducía a momentos del fin de semana y de ocio. Durante estos meses ha habido una convivencia real, veinticuatro horas al día, que ha sacado a relucir las diferencias que ya existían. Hay parejas que también se han visto reforzadas, porque ha aumentado el vínculo que ya tenían, pero si veníamos arrastrando problemas, esto no ha hecho más que sacarlos a la luz”.

Además, añade “en la convivencia extrema, continuada, aparece nuestro verdadero carácter. Si somos capaces de adaptarnos a las necesidades del otro o no, si somos flexibles, si sabemos comunicar adecuadamente lo que necesitamos, si respetamos los límites y el espacio de la otra persona…. Estas habilidades, que son fundamentales para la vida en pareja, en ese ritmo frenético prácticamente no teníamos que sacarlas y, ahora que han sido fundamentales, es cuando se han visto si disponíamos de ellas o no”.

Los niños, los grandes damnificados de esta situación

Detrás de la gran mayoría de estos divorcios hay niños y niñas que sufren, de forma colateral, esta situación. Al estrés provocado por el confinamiento (según la ONG Save the children, 1 de cada 4 niños han sufrido ansiedad derivada de esta situación), ahora tendríamos que sumarles el estrés provocado por la separación de sus padres. “Cuando una pareja toma la decisión de separarse, ya lleva un tiempo en conflicto y valorando esta opción, lo que significa que ya ha ido asimilando lo que viene por delante. Sin embargo, a los niños los coge de improviso y el shock cuando se lo comunicamos suele ser mayor” señala Úrsula.

Aunque a veces no le demos la suficiente importancia a este momento, la forma en la que se lo comuniquemos a nuestros hijos marcará, en gran parte, cómo lleve esta nueva situación. En este sentido Úrsula nos alerta de un error muy común que ve en sus consultas: “muchas veces la decisión se la traslada al niño solo uno de los progenitores. Deben estar los dos”.

Pero, ¿qué más cosas debemos tener en cuenta? Úrsula nos las enumera:

  • Debemos explicarles de manera clara y sencilla lo que va a suceder, adaptando la información a su edad. También se debe tener una respuesta pensada para responder preguntas como “¿es que ya no os queréis?”, “¿de quién es la culpa de que os separéis?” o “¿dónde voy a vivir?”.
  • Hacerles ver que ellos no tienen nada que ver con la separación, pues los niños (sobre todo los más pequeños) suelen pensar que la ruptura de sus padres es consecuencia de su mal comportamiento, de sus malas notas, etc.
  • Eludir el secretismo: comentarles que no es algo vergonzoso y que en caso de que quieran hacerlo, pueden comentárselo a sus amigos, seguro que conocen a alguien que ha pasado por algo parecido y en quien poder apoyarse.
  • Es importante ser honestos, y no dar falsas esperanzas si no las hay. Nunca pronunciar frases como: a lo mejor, con el tiempo, mamá y papá vuelven a estar juntos.
  • Mostraos disponibles para resolver sus dudas o hablar sobre el tema en cualquier momento.
  • Sed afectuosos y pacientes, porque será normal por un tiempo que haya llantos, reproches, malas respuestas o ansiedad en el niño.
  • No hablar mal, ni hacer burlas sobre el otro progenitor ni sus familiares en presencia del niño. Escuchar críticas o insultos de personas a las que se quiere resulta doloroso para cualquiera y en el niño crea un conflicto de lealtades.
  • Se debe respetar el estilo educativo del otro progenitor, aunque sea distinto del propio. No llamar continuamente por teléfono ni boicotear sus decisiones.

Un divorcio conflictivo y mal llevado puede acarrear consecuencias importantes en la salud psicológica y en la adaptación de nuestros hijos, por lo que es nuestra responsabilidad actuar de la manera más correcta posible en este sentido. “Vale la pena dedicar tiempo a asesorarse, tomar las decisiones sosegadamente, consultar con especialistas si lo consideramos oportuno y, sobre todo, cuidar nuestras emociones y dar tiempo a todo el proceso. Cuánto mejor estemos nosotros, mejor estarán nuestros hijos” nos recuerda Úrsula.