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Es habitual en la mujer atender y dar cabida a viejos prejuicios que universalizan dándoles categoría de doctrina incontestable, cuando en realidad, son sus propias limitaciones las que lastran y cohartan su propia libertad sexual.
Cuando un hombre busca el sexo oral con su pareja y la prepara y relaja para que sienta placer, es porque realmente desea ofrecer ese placer. Si quisiera que fuera la mujer la que se lo proporcionara a el, sencillamente se lo reclamaría sin pudor porque están preparados genética y fisiológicamente para no sentir ese pudor. Pueden sentir timidez, retrahimiento, sencillez. Todo lo que su carácter o personalidad le limiten. Pero no sentirán pudor, porque en un estado de excitación, su hipófisis (una pequeña glándula que se encuentra en la base del cerebro) ordenará segregar andrógenos (hormonas sexuales masculinas) tales como la testosterona, androsterona y androstenediona, que les impide sentir pudor. Solo deseo y placer.

Es importante saber que el deseo sexual es algo natural, algo que esta en nuestra naturaleza, por lo tanto es bueno. Como todo lo natural. Independientemente de educaciones y tradiciones, lo natural es bueno porque la naturaleza no se equivoca y se regula de forma sabia, por eso el concepto “natural” conlleva en su definicion los términos expontáneo y sencillo.
Cuando el hombre busca sexo oral, busca el cuerpo de la mujer que desea con el fin de ofrecerla placer, no sigue un parámetro lujurioso o vicioso que a menudo nos hace cerrar puertas y piernas, y buscar su mirada como quien busca el respeto a su dignidad. Cuando lo hace, solo se deja llevar por un instinto natural, quizas mas primario, mas irracional. Pero “natural”
Es fácil que la mujer se deje llevar por un sentimiento mas racional y rebuscado, mas tímido y sectario, mas orgulloso, nada natural. ¿me olerá? ¿Le gustará? Si no le gustara no lo haría. Si le desagradara se apartaría.
Si te gusta no pienses cosas raras. Como todo sentimiento es libre e inmanipulable. Si lo deseas y necesitas complacerle, déjate llevar. Convierte lo peor en lo mejor.
Nada en el sexo, cuando es libre y consentido, debe despreciarse y demonizarse por ninguna opinión o juicio de valor que no salga de nosotros mismos.

Lola Faya